jueves, 26 de diciembre de 2013

En días como éstos.


En días como éstos, donde todo es tan sumamente incierto, puedo llegar a entender que alguien busque algún tipo de "revelación" en estas líneas. No es ésa mi intención o al menos no es mi prioridad. Más bien debería buscarla yo mismo. Que no es poco.

Sería fácil enumerar mis "fallos" o mis "aciertos" a ojos de otros en esta última semana. Sin embargo, prefiero reducirlo todo a mi propia voluntad y no tener en cuenta las expectativas sobre mí de otros u otras (la aclaración en cuanto al género es necesaria). Mi posición con respecto a dichas expectativas es sencilla, no las tengo muy en cuenta porque son igual de volubles que el mismísimo Proteo.

En algunos casos debo reconocer que encuentro similitudes.  En especial, me llama la atención  la supremacía que ejercen el ego y el miedo. Por un lado, percibo egos tan sumamente marcados que bien podrían ser catalogados como hibris en esta era postmoderna. Llegan hasta tal punto, que el sujeto en cuestión impone el rol de soberano en una relación de dos o al menos lo intenta. Busca la manera en la que sus actos sean justificados en cualquier tipo de situación y no deja actuar al otro, a no ser que eso entre en los límites de sus deseos. Y por otro, me encuentro con el miedo. Miedo a afrontar la realidad, a reconocer la existencia de sentimientos aún latentes que no se desvanecen con el tiempo. Miedo a hablar, a actuar, a tomar decisiones importantes en definitiva.

La realidad es que yo me encuentro metido en el mismo saco. Y aunque muchos conocen mis expectativas hacia ellos/as, no conocen todas mis posibilidades. Están tan inmersos en sus propias certezas sobre mí y sobre mis actos, que a veces (dependiendo de su ego y sus apetencias como citaba anteriormente) se olvidan de que siempre tengo un as en la manga.