miércoles, 19 de febrero de 2014

Laberinto.


Es curioso observar a estas alturas,
como para ti, mi más profundo silencio
resulta al menos una respuesta ambigua.

Sin embargo, creo que lo puedo entender.
Cuando la vía de la palabra se ha agotado,
sólo nos queda un canal donde manifestarlo.
El intransitado laberinto de nuestras miradas.

Aquí todo está más seco, más polvoriento,
sus caminos están plagados de escombros
y sus tonos predominantes tienden a grises.

Los arbustos que nos rodean, yacen 
perplejos observando, como dos locos
pretenden destruir su propia construcción.

En este lugar repleto de fantasmas
el encuentro resuelta muy violento.
Ya que las viejas voces que vagan
por su antiguo bosque, emergen
del más profundo sueño y se
adentran en tus ojos.

Proyectando con ellas,
esa maldita luz llena de fe.

martes, 7 de enero de 2014

Sobre la concepción de los hechos y su magnitud.


He aprendido en este mes de rigor a tomarme todo con más calma.  A disfrutar de esos pequeños detalles que realmente son los que llenan y te hacen sentir feliz a pesar de todo. También he aprendido sobre lo "malo", aunque yo prefiero catalogarlo más bien como lo "inesperado". Y es que ante lo inesperado sólo tienes tres opciones:  Hacer un drama de ello, actuar fríamente o tomártelo con humor y sosiego. En mi caso, debo declararme como un apasionado de las síntesis. Ya que sin una percepción global de la realidad con sus pros y sus contras, no se puede avanzar. Todos necesitamos poseer una mirada crítica ante el devenir de los acontecimientos.

No querría terminar esta entrada sin citar una frase:

"El aislamiento es placentero, reconforta al pensamiento. Para otros un día más de soledad y aburrimiento"

Rafael Lechowski.

domingo, 29 de diciembre de 2013

El origen.


Y si te digo que volver a perderme en ti ha sido lo mejor que he hecho últimamente, ¿Qué me dirías?
Contigo he vuelto a recordar todo aquello que un día me hizo tremendamente feliz. Han vuelto de nuevo a mis retinas esos colores que creía extintos y que situaba en lo más profundo de mi memoria como algo muy lejano.

Reconozco que he sido un ingenuo por pensar que te había olvidado. No has cambiado nada, sigues igual que siempre, con esa maldita habilidad de hacerme sentir tan frágil como un niño. Y no hay para mi mayor juego que volver hacia atrás. Porque si es contigo, siempre merece la pena regresar.



jueves, 26 de diciembre de 2013

En días como éstos.


En días como éstos, donde todo es tan sumamente incierto, puedo llegar a entender que alguien busque algún tipo de "revelación" en estas líneas. No es ésa mi intención o al menos no es mi prioridad. Más bien debería buscarla yo mismo. Que no es poco.

Sería fácil enumerar mis "fallos" o mis "aciertos" a ojos de otros en esta última semana. Sin embargo, prefiero reducirlo todo a mi propia voluntad y no tener en cuenta las expectativas sobre mí de otros u otras (la aclaración en cuanto al género es necesaria). Mi posición con respecto a dichas expectativas es sencilla, no las tengo muy en cuenta porque son igual de volubles que el mismísimo Proteo.

En algunos casos debo reconocer que encuentro similitudes.  En especial, me llama la atención  la supremacía que ejercen el ego y el miedo. Por un lado, percibo egos tan sumamente marcados que bien podrían ser catalogados como hibris en esta era postmoderna. Llegan hasta tal punto, que el sujeto en cuestión impone el rol de soberano en una relación de dos o al menos lo intenta. Busca la manera en la que sus actos sean justificados en cualquier tipo de situación y no deja actuar al otro, a no ser que eso entre en los límites de sus deseos. Y por otro, me encuentro con el miedo. Miedo a afrontar la realidad, a reconocer la existencia de sentimientos aún latentes que no se desvanecen con el tiempo. Miedo a hablar, a actuar, a tomar decisiones importantes en definitiva.

La realidad es que yo me encuentro metido en el mismo saco. Y aunque muchos conocen mis expectativas hacia ellos/as, no conocen todas mis posibilidades. Están tan inmersos en sus propias certezas sobre mí y sobre mis actos, que a veces (dependiendo de su ego y sus apetencias como citaba anteriormente) se olvidan de que siempre tengo un as en la manga.